martes, 3 de agosto de 2010

Manipulación


Manipulación, tergiversación, intoxicación... podemos manipular, nunca mejor dicho las palabras, pero no por ello conseguiremos deformar la realidad, aunque sí exaltar y engañar a ciertos energúmenos adeptos a la cizaña. Es totalmente falso que en Catalunya se multe “por rotular en castellano”; en realidad se multa “por no rotular, al menos, en catalán”. Es decir, se puede rotular en castellano, inglés, alemán, griego o mandarín siempre y cuando figure también la traducción correspondiente en catalán. Muchos de los que sostienen esta memez, además, lo hacen desde la distancia, es decir, desde la ignorancia. Dudo mucho que se hayan paseado por las calles de cualquier localidad catalana para comprobar el idioma de los comercios. Porque verían muchos letreros en español, muchos de ellos sin sanción alguna.

También es completamente falso que no se puede educar en castellano en Catalunya. Lo que no se puede es educar “íntegramente en castellano”, cosa lógica teniendo en cuenta que el catalán también es oficial en Catalunya y que además es la lengua propia de Catalunya (si existe una lengua propia, por descarte significa que la otra es ajena y la propia debe ganar un terreno que le corresponde para combatir una desigualdad histórica e injusta basada en la imposición del castellano). De la misma forma que uno no puede educar “íntegramente en catalán”, sin aprender nada de castellano ni de inglés, sería renunciar a la oportunidad del enriquecimiento cultural y personal. En un territorio con dos o más lenguas oficiales, lo que es excluyente e insensato es pedir que se eduque en una sola y lo cínico es disfrazarlo de libertad de elección. Si estuviéramos en Suiza, donde existen tres idiomas oficiales, ¿veríamos como una imposición que a los alumnos se les obligara a escolarizarse en los tres idiomas? Entonces, ¿no sería quizás el auténtico excluyente aquél que pretendiera que su hijo sólo se escolarizara en uno de los tres idiomas? Pero lo más grave es que, al igual que en el caso de los rótulos, quiénes sostienen que en Catalunya no se puede estudiar en castellano, no han pisado en su vida ni un centro escolar catalán y lo grave es que se lo creen y lo defienden a capa y espada, como si fuera una teoría empírica. Eso es como si un diario catalán se empecinara en insistir que en Murcia, Plasencia o Santander se prohíbe hacer cualquier cosa y los ciudadanos catalanes se lo creyeran hasta el punto de aceptarlo como realidad total y radicalizar su postura si alguien osa contradecirlo. 

El problema principal estriba en que el nacionalista español estaba tan malacostumbrado a que el castellano fuera la lengua hegemónica de Catalunya, que con la recuperación de la democracia y las libertades, ahora la normalización del catalán le parece algo abusivo e impropio porque desafía su paisaje monocultural y monolingüstico que se había hecho en su cabeza y del que es incapaz de salir. Lo suyo no es tozudez sino pura estrechez mental: en su vida sólo les han inculcado una manera de ver las cosas hasta el punto que no aceptan otra manera de verlas porque ya habían diseñado su realidad desde el monoculturalismo y el monolingüismo y a esa realidad le habían conferido el rol de evidencia irrefutable y de dogma. Son así de planos, de simples, de primitivos, de cazurros. Y reconocer errores no está dentro del panorama mental del nacionalista español, porque hacerlo sería una afrenta insoportable a su ego y a su orgullo patriota. 

La conclusión es que los nacionalistas españoles tampoco estaban tan en desacuerdo con el régimen franquista, especialmente en el tema lingüístico. Y lo curioso y surrealista del caso es que si de algo ha servido la normalización e intento de consolidación del catalán en Catalunya en las últimas tres décadas es para que el nacionalista español diga aquello de "estáis haciendo lo que hizo Franco con vosotros", es decir, que reconozca la persecución lingüistica que existió en España durante casi 40 años, una declaración de sinceridad y honradez que les honra. Piensa el ladrón que todos son de su condición.