martes, 3 de agosto de 2010

La Diada

Vamos a analizar otro ejemplo de clamorosa e inadmisible manipulación de los medios, en este caso respecto a la Diada. A raíz de la celebración del 2008, Antena 3 dedicó quince escasos segundos de información, en un video que se limitaba a mostrar imágenes de una veintena de personas increpando a dirigentes del PP. En primer lugar, eso forma parte de la expresión y los dirigentes políticos han sufrido este tipo de abucheos en todas partes del mundo. Por otro lado, la esquizofrenia y la bipolaridad del PP catalán, que intenta desesperadamente sacar votos en Catalunya mientras su dirección general en Madrid utiliza la catalanofobia como rédito electoral, da alas al abucheo: es normal que se increpe a un partido irrespetuoso con el territorio donde pretende gobernar. Lo que no es normal es su callejón de salida, que pretendan tener una fuerza mayoritaria mordiendo la mano que le da de comer. ¿Cómo pueden llegar a ser algún día mayoritarios en Catalunya si son contrarios a la normalización y consolidación de la lengua y cultura catalanas?
También mencionaron con preocupación que en algunos ayuntamientos se hubiera sustituido la bandera catalana por la independentista. En cambio, ni una palabra sobre el contexto histórico de la diada, ni una palabra sobre las numerosas actividades culturales y lúdicas (poesía, danza, música....), ni una mención sobre el carácter mayoritariamente pacífico y cívico de la gente

En el 2009, Telecinco tuvo la osadía de ahondar en esa tergiversación. Habló de reivindicación nacionalista e independentista, olvidando que la diada es un acto de catalanidad y catalanismo, tan legítima y digna de respeto como el del 12 de octubre. Y en cuanto a lo del boicot a Noa, dijeron que medio centenar de personas la abucheó. Cierto, pero no es menos cierto que eran 50 sobre un total de 13.000/15.000. De nuevo, elevando la anécdota a categoría de notícia y otorgando a la excepción el rango de regla general. Supongo que la desinformación televisiva es la segunda táctica de los afines al nacionalismo españolista y retrógrada, justo después de aquella que popularizó y nunca mejor dicho el PP, según la cuál una mentira, a copia de repetirse hasta la saciedad, se convertía en una verdad irrefutable. Con una tergiversación de tal calibre, es totalmente comprensible que un señor, por ejemplo, de Albacete (con todos mis respetos por esta comunidad) que no sintoniza TV3 llegue a desarrollar un sentimiento anticatalán y que convierta al ciudadano catalán de a pie en un radical.

Nada que ver, obviamente, con el tratamiento del 12 de octubre y todos sus fastos y gastos. Entonces sí es una fiesta nacional, una reivindicación de la hispanidad, sin más peros ni cuestionamientos políticos que los abucheos a Zapatero. El desfile carpetovetónico del ejército, los aviones dejando ir un rastro de humo en forma de bandera española o el paracaidísta que aterriza con una inmensa bandera. Ningún medio televisivo ni escrito ni radiofónico habló entonces de nacionalismo español, ni nadie de los presentes se atrevió a decir aquello de “menos banderas y más soluciones”, como sí ocurrió en la diada, como si la crisis sí tuviera que ver con las reivindicaciones identitarias catalanas y no con las españolas. Evidentemente, tampoco ninguna mención a los 500 fascistas que se manifestaron impunemente en Montjuïc (¿se imaginan que en un 11 de septiembre unos catalanes exhibieran su catalanismo en Santander, León o Ciudad Real por poner algún ejemplo?). Y en este caso la comparación tampoco procedería, porque el catalanismo es un sentimiento respetable en cuanto a que es democrático, no así el fascismo. Como nota curiosa, destacar que mientras en la diada anualmente se hacen actos culturales (danza, poesía, música...) el 12 de octubre todo se reduce a una recepción política a los reyes y un paseo militar muy ostentoso, como si se quisiera hacer una demostración de fuerza y autoridad, con cabra incluida (llamada Golfa en el 2009). No hace falta ser muy inteligente para intuir el nivel intelectual medio del ejército ni del tipo de personas que lo integran. No deja de ser sintomático: en la diada se hacen actos culturales, en el 12 de octubre, actos militares. Una sensible diferencia que también muestra la idiosincrasia de cada sentimiento y retrata fielmente cada una de las dos identidades.
Obviamente, el tratamiento de la Diada no tiene absolutamente nada que ver con el tratamiento dado a otras fiestas peninsulares, como la de San Isidro, las Fallas, la feria de Abril o el Chupinazo. Porque, si hace falta, retransmiten el informativo desde el mismo sitio.