martes, 3 de agosto de 2010

Carta al señor Miguel Ángel Revilla

(ENVIADA POR MAIL AL SEÑOR REVILLA Y CONTESTADA DE MANERA ESCUETA Y SIN ARGUMENTOS SÓLIDOS) 23-9-2009

Hola señor Revilla,

Ya que usted se ha tomado la libertad de censurar a Laporta, permítame que yo censure al mismo tiempo su actitud por diversas razones, todas ellas derivadas de la misma raíz principal: la hipocresía. En primer lugar, usted recrimina al máximo mandatario azulgrana el hecho de mezclar política con deporte y usted hace exactamente lo mismo acudiendo al palco de El Sardinero y dando su respaldo al Racing. Entiendo y respeto sus simpatías por el club más representativo de su comunidad, pero entonces no critique usted a Laporta ya que está haciendo lo mismo. En segundo lugar, me parece totalmente desafortunada la frase: “Soy tolerante con todo menos con los asesinos de ETA y con los que se quieren separar de España". Está metiendo en el mismo saco a un grupo terrorista y a una opción política, exactamente igual de legítima y, por tanto, de respetable que la suya. Además, usted ya sabrá que la expresión “separatista” tiene connotaciones peyorativas porque es fruto de la agresividad lingüística y de la tergiversación de cierto sector de la prensa derechista española, de la que usted se deja influir y contaminar. Le recordaré, sin extenderme en el tema, que la autodeterminación de los pueblos y regiones es un principio fundamental del derecho internacional público, recogido en la Carta de las Naciones Unidas y en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, entre otros documentos.

Por otro lado, ir pregonando a los medios de comunicación una conversación privada, es de poco savoir faire. Pero lo más lamentable de sus declaraciones no es esto. Lo más deplorable es que, y digámoslo claro sin rodeos, ni subterfugios, ni metáforas ni máscaras: el problema es la particularidad de la adhesión política de Laporta. Si Laporta, en vez de ser independentista, fuera nacionalista español y hubiera acudido a alguna manifestación del PP, de UPD o de Ciutadans, usted no habría abierto la boca (e incluso quizás para sus adentros lo hubiera celebrado).
Por lo tanto, es fácil deducir que usted, como se hace y se ha hecho desde hace tiempo, sigue avivando el fuego de la catalanofobia, seguramente como estrategia electoral. Usted tiene la obligación de respetar todas las opciones políticas, mientras no sean violentas o estén fuera de la legalidad. Y la independencia es una vía legítima y ERC un partido totalmente legal. Además, con una mínima dosis de rigor, de conocimiento histórico, de sensibilidad y de empatía, es fácil llegar a la conclusión que los anhelos de independencia sólo son la consecuencia lógica, natural y humana de tantos y tantos siglos de opresión y persecución a la lengua y cultura catalanas, porque España se ha construido desde la idea uniformizadora y centralista de Castilla, desde el pensamiento único de la cultura castellana, desde la falsa supremacía moral de la lengua española, negando y censurando cualquier sensibilidad distinta y concibiendo la diferencia como una amenaza y no como una riqueza. Le diré que España ya no es una, grande y libre sino que son varias, es pequeña y esclava de sus prejuicios. También le recordaré que España es un país plural y que la dinámica mundial también va en esta dirección de multiculturalidad y pluralismo, con la idea del respeto y la tolerancia por encima de jerarquías carpetovetónicas y por encima del odio, un sentimiento negativo que suele ser fruto de la mezcla de ignorancia y de algún complejo de inferioridad. Por otra parte, el hecho de ser presidente de un club deportivo no anula la ideología personal de Laporta como ser humano, como ciudadano y como votante, por lo que sus manifestaciones políticas personales entran dentro de la libertad de expresión, un derecho constitucional.

Por último, le voy a recomendar fervorosamente el libro “El nacionalismo lingüístico” en el que el catedrático de lingüística madrileño Juan Carlos Moreno Cabrera desmonta de un plumazo las falsedades y la manipulación propias del nacionalismo español. Si usted es una persona mínimamente inteligente y razonable (cosa que no dudo en ningún momento), tiene una mente abierta y es de aquellas personas inquietas y curiosas a las que les gusta ver las dos caras de la moneda y tener las dos versiones del mismo tema, sé que intentará leer este libro o se interesará por su autor. Si no encuentra el libro o no tiene tiempo para comprarlo, puede poner en el Google el nombre del autor Juan Carlos Moreno Cabrera y leer las entrevistas que le han hecho en distintos medios de comunicación. Si, por el contrario, en el caso hipotético que usted sea una persona tozuda que no sepa salir de su empecinamiento y obcecación, acostumbrada a salir de los debates ideológicos reforzando sus convicciones sin prestar atención al bando ideológico distinto y no se haya planteado en ningún momento que pueda estar equivocado en este tema, allá usted con su conciencia y su credibilidad. Puede pensar que yo soy un radical separatista, un polaco o un catalufo, como muchos ciudadanos españoles piensan y vociferan sin ningún tipo de pudor, o puede que le pique la curiosidad y que haga un esfuerzo. La elección es sencilla: leer para descubrir otra cara de la realidad y darse la oportunidad de hacer autocrítica, dudar e incluso quizás replantearse sus teorías, o seguir con su discurso hipócrita y manipulador. Usted elige. Solamente usted.


Sin ninguna acritud y de parte de un humilde periodista catalán (que conoce al dedillo su lengua y la respeta, así como a su cultura, y que exige el mismo respeto para su lengua y cultura).